sábado, 27 de noviembre de 2010

Querido Pablo:
¿De qué color son tus ojos cuando no me miras? Me gustaría borrar el tiempo que no nos une, poder ignorarlo como si no existiese. Hoy he reconocido el tacto de tu mano, lo esperaba desde que me miraste la primera vez. Quiero leer más allá de tus ojos, quiero interpretar las palabras que no me dices, quiero traducir tus gestos en certezas. Quiero abrazarte y mis manos sólo atrapan el aire que nos separa.
Me dormiré con el recuerdo de tu mano en la mía, quizá el sueño me devuelva un instante eterno entre las brumas de la irrealidad.
Hasta mañana, mi amor.
Sofía

martes, 23 de noviembre de 2010

Querido Pablo:
El día gris me ha sorprendido marchita, como la flor desmayada del poema de Rubén Darío. Me han faltado las gotas de rocío de tus palabras y yo me empeño en buscar explicaciones absurdas a tu silencio. Tu silencio. A ti que te sobran las palabras, me castigas con este silencio de sequía que me encoge y me mata de sed. Me repito que es un buen momento para dar marcha atrás, para no volver a subir al segundo, para mirar en otra dirección, para olvidarme de que un día tiraste de mí hacia arriba, hacia el cielo, pero no quisiste dejarme allí y ni siquiera me preparaste la escalera para bajar. ¿Cómo se baja de las nubes cuando has subido peldaños de deseo envueltos en palabras? Palabras. Yo las creí. ¿Qué poder inmenso tienen sobre mí, qué fuerza imposible de detener? La tarde nublada no me ayuda, esconde la luz y me recuerda que no estás, que he desaparecido entre la niebla y ya no existo en ningún rincón de tu vida. Ni en ese, pequeño, en el que guardabas frases para ofrecérmelas envueltas en celofán. Hasta el envoltorio se ha deshecho entre mis dedos y no me quedan recuerdos que no hieran para poderlos repasar en esta tarde oscura. Hoy sólo quiero sacarte de aquí, escribir hasta que no quede nada tuyo dentro de mí, ni tus ojos ni tus manos ni tu voz ¡Que se vaya tu voz, que no me diga nada más, que deje de recordarme que te has ido y no sé adónde! Busco otras voces, que aplasten la tuya. Y quiero gritar para oírme yo sola y asustarme de mi inútil desesperación. Para quedarme callada de una vez, bajar, tocar suelo y subir de nuevo con ese impulso. Hacia arriba, otra vez, pero sin ti, hacia arriba.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Querido Pablo:

No me ha bastado la evidencia, la realidad comprobada, para que mis sentimientos cambien. El amor es obstinado cuando le contradicen, aunque nos empeñemos en anestesiar las palabras.
Casi siempre este blog de Cyrano me tranquiliza, me sirve de válvula de escape para los sentimientos que no puedo manisfestar de otro modo. Pero otras acaba recordándome lo que no puede ser y me deja mustia y con cierto regusto amargo. Si bien no siempre consigo ver el lado amable de esta historia, mi refugio virtual me resulta igulamente acogedor. Después me duermo más tranquila y, aunque no consigo soñar con nuestra manos juntas, el amanecer me devuelve una realidad más esperanzadora.
Buenas noches, mi amor
S.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Querido Pablo:
Hoy se me ha impuesto la realidad con la contundencia de un rayo y me ha deslumbrado hasta dejarme a ciegas. Me parece que, tras el trueno, ya no sé quién eres ni quién soy yo ni qué distancia es la que nos une o nos aleja.
No sé en qué hueco de tu vida debo esconderme, ni siquiera si has dejado un espacio grande para mí o sólo una rendija de tiempo entre los pliegues importantes de tu vida. Hoy me siento más pequeña, más frágil, más vieja, más torpe, más oscura, más vulnerable.
No sé cómo alumbrar este absurdo pensamiento con una luz razonable, no sé en qué rama sujetarme para no caer.
Había subido tan alto de tu brazo que pensaba que ese era nuestro lugar.
Lo cierto es que nada ha cambiado, nada tiene por qué ser diferente entre nosotros, nada me has dicho que pueda ofenderme, nada has hecho por lo que tenga que sentirme mal.
Soy yo la que ha despertado de un sueño, soy yo la que me he estado ocultando la cara amarga, soy yo la que he mirado siempre para otro lado y he querido borrar todo lo que no éramos tú y yo.
No sé por qué me empeñé en mirar detrás del espejo.
Y no sé qué voy a decirte mañana.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Querido Pablo:

Parezco predispuesta a los amores imposibles, después de una historia funesta apareces tú: lleno de encanto, amante de la Literatura, alguien de quién aprender y con quien crecer...y resulta que tienes novia.
Nunca elijo a los más guapos, no me interesan, tú no lo eres especialmente, pero eso no garantiza que te vayas a fijar en mí.
Fluctúo entre la inseguridad y la rebeldía. Me rebelo ¿por qué no te gusto si soy perfecta para ti? Miramos en la misma dirección, amamos las palabras con igual intensidad, compartimos el presente y quizá el futuro, hablamos el mismo idioma hasta cuando permanecemos en silencio.

Me siento insegura: me miras como si fuese trasparente, tus ojos traspasan mi rostro sin quedarse en él, me oyes pero no me ves. Te gustan mis palabras, pero no son suficientes, nunca es suficiente porque no me has elegido a mí.
Quizá sea cierto que miramos en la misma dirección, por eso no sabes mirarme a los ojos.
Todavía a tu lado.

S.

lunes, 1 de noviembre de 2010

"Hacia vos mi corazón va como un grito,
y si los besos se enviaran por escrito,
leeríais mi carta con los labios"


Cyrano