miércoles, 27 de octubre de 2010

Querido Pablo:
Me gusta tu nombre. Suena como el agua cuando cae en los charcos y la tierra comienza a oler con la humedad del verano. Estoy soñando, imagino que eres como yo te he pintado: alegre y tierno, cómplice y enamorado. Si quisieras coger mi mano te enseñaría los atardeceres desde el Templo de Debod y te pasearía por las noches llenas de luces de Alcalá, te llenaría las manos de recuerdos y los pies de pasos perdidos por calles trazadas con abrazos. Pero no sé quién eres, querido Pablo, y por eso esta carta dormirá en este blog para siempre, no podría enviártela ni tan siquiera sin firma.
Tuya hoy:
Sofía.